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Brixton y el Síndrome de Sherwood

27/10/2019

Vaya por delante que la violencia no esta nunca justificada y siempre es algo negativo. Dicho esto, os propongo una reflexión a partir de algo que ya apareció en el 2009 que era el Síndrome de Sherwood, una idea creada por un mando policial y su relación con algo que vimos en la facultad, los disturbios de Brixton, uno de los barrios más pobres de Londres en 1981.

Brixton era un barrio tremendamente pobre en que la policía decidió que tenía que intervenir para reducir la criminalidad en la zona. La policía, aprovechando una ley que les permitía registrar a cualquier que hiciera algo sospechoso, llego a registrar a más de 1000 personas en solo cinco días, y hablamos de un barrio que hoy en día este entorno a los 78 mil habitantes, entonces muchos menos, es decir que se registro a más del 1% de la población. El día 10 de abril los agentes de policía atienden a un joven negro al que habían apuñalado y lo trasladan al hospital, pero la gente cree que en realidad lo están interrogando y que pensaban dejarlo morir, creando una masa de unas 200 personas que increpan a la policía. Entonces la policía decide continuar con su intervención y registro de personas y alguien tira la primera piedra. La policía lejos de retirarse pide ayuda y aparecen más unidades venidas de todo Londres, a lo que la masa cada vez más furiosa responde con ataques. Se llegaron a mandar más de 1000 policías que fueron incapaces de evitar el altercado y que hasta 30 negocios, incluida una escuela, ardieran, y que 150 fueran afectados. El altercado se calmó después de 9 horas de altercados, a las 2 de la mañana. El informe posterior de Lord Scarman sobre los hechos, concluyó que "factores complejos políticos, sociales y económicos" crearon una "disposición hacia la protesta violenta" y que el abuso de “parada y registro” de la policía habían causado la protesta.

En 2009 quien fuera comisario general de los Mossos d’Esquadra hizo un trabajo bajo el titulo del “Síndrome de Sherwood”. En el hacia algunas reflexiones que merece la pena tener en cuenta como que, si “no se prevé bastante violenta, se puede llegar a provocar un poco, con detenciones poco justificadas y nada pacíficas unos días antes para calentar el ambiente” o “«redadas» preventivas a …. personas cercanas a la ideología de los convocantes con la excusa de buscar drogas o lo que sea necesario.” Y añadía “La redada’’ estará especialmente mal hecha y con trato humillante para encender más los ánimos, si es necesario. La consecuencia previsible de estos comportamientos previos y el diseño del dispositivo policial, es que acabará con una «batalla campal».”. Todo parece sacado de 1981. Y entre otras reflexiones como que debe hacerse todo de forma humillante dice que “Se deberá procurar la detención selectiva de los líderes para imputarles delitos comunes y evitar la condición de «mártir»”. Recomiendo buscar en Google el trabajo y leerlo con calma.

Así pues, nos queda claro una conclusión. La intervención policial puede generar el efecto contrario al que se pretende, y este efecto puede ser fruto de un error como en 1981 o buscado como planteaba este trabajo en 2009.

Hay que tener muy presente que bajo una acción siempre hay una reacción y que puede darse de forma incontrolable. Cuando preguntaron a algunos de los presentes en 1981 como se llego a ese nivel de violencia respondían que “el de al lado tiro una piedra y yo también”. Así pues, si dejamos que un grupo, más o menos grande, inicie la batalla, y la respuesta es un intento de frenarlos de forma violenta y rápida el resultado podrá ser lo contrario de lo esperado, con más gente que se una a ellos, en lugar de frenarse.  Y el trabajo de 2009 también añade “…no se quiere reprimir los disturbios ni detener a los infractores, sencillamente se evita. Eso se consigue limitando extraordinariamente la capacidad de movimiento de los manifestantes rodeándolos totalmente.”

La violencia genera más violencia siempre. Conocer el funcionamiento de un grupo violento es la mejor arma para detenerlos. Desgraciadamente parece que en casi 40 años no se ha aprendido de ello.

La palabra es la mejor arma.

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