Sexología
Aunque se tiende a creer que la sexología se ocupa de la erótica de las personas: (relaciones coitales, masturbación, prevención de embarazos, etc…) esto es sólo una pequeña faceta dentro de un campo más amplio.
La Sexología es la ciencia (logia) que estudia el sexo. Sexo viene de sexare (separar, sección…) y comprende todo aquello que tiene que ver con la diferencia, con el hecho de ser, sentirse y expresare como hombre y mujer. Este hecho de ser “hombre” y “mujer”, de tener en definitiva un sexo, es el eje central de la sexología. Desde este punto de vista, las demandas sexológicas pueden venir desde distintas posibilidades:
- Desde las conductas. Expresiones sexuales múltiples: besos, caricias, coitos…
- Desde la identidad. Sentirse hombre o mujer.
- Desde la orientación. Hacia donde dirijo mis preferencias, teniendo en cuenta mi propio sexo (hombre o mujer) y el de las personas con las que me relaciono (hombre o mujer).
Es decir, a nivel clínico, no sólo nos ocupamos de las disfunciones sexuales; sino que nuestra terapia sexual, también incluye la terapia de pareja, independientemente de que las dificultades se den en el plano sexual o en el convivencial.
Eyaculación precoz
La eyaculación precoz es un trastorno que alcanza uno de cada tres hombres. Una identificación del problema por parte del afectado y de su pareja evitara las disfunciones que puede producir a la calidad de la relación de pareja o de la vida social.
Se ha definido en relación al tiempo que media la penetración y el momento que el paciente eyacula, en unos pocos segundos, menos de un minuto. El tiempo puede ser utilizado para cuantificar la severidad del problema ya que existen casos en que se produce al primer contacto con la vagina e incluso antes de la penetración y otros casos menos severos donde logra aguantar un par de minutos en la vagina.
La eyaculación precoz no es una enfermedad, sino que una falta del aprendizaje de las sensaciones placenteras en la respuesta sexual del hombre, que lleva a no reconocer el momento previo a la eyaculación inminente (es el paso de la fase de meseta a la fase de emisión), que posibilita en prolongar la fase de meseta y por ende el acto sexual.
No se han encontrado causas médicas que produzcan eyaculación precoz, ya que rara vez están presentes procesos infecciosos en los genitales o malformaciones anatómicas en la glándula prostática que den cuenta de este trastorno.
Disfunción eréctil - Problemas de erección
La disfunción eréctil es la incapacidad para conseguir o mantener una erección satisfactoria para el coito y es causada por diversos motivos, de naturaleza psicológica o física.
Aparece en la mitad de los varones de 40 a 70 años de manera intermitente o esporádica, lo que no descarta edades más tempranas. Sin embargo, los varones pueden disfrutar de la actividad sexual durante toda la vida; aunque la cantidad y la fuerza del eyaculado y la tensión muscular se reducen, la disfunción eréctil no es un proceso inevitable en relación con el envejecimiento.
Se suele deber a factores psicológicos (culpa sexual, miedo a la intimidad, depresión, ansiedad) y en menos ocasiones a factores biológicos.
La disfunción secundaria se produce cuando un hombre que podía conseguir y mantener una erección ya no puede hacerlo.
Una disfunción transitoria de cualquier naturaleza puede causar dificultades psicológicas secundarias que complican el problema. Puede depender de las situaciones, afectar sólo a determinados momentos, lugares o parejas, asociarse a un sentimiento de derrota o autoestima dañada. Los factores psicológicos que pueden asociarse con las enfermedades orgánicas pueden ser tanto la causa como la consecuencia.
Dificultad con los orgasmos
La anorgasmia es el retraso o ausencia persistente o recurrente del orgasmo después de una fase de excitación normal en la actividad sexual, considerada como adecuada en su foco, intensidad y duración.
Algo menos del 10% de las mujeres nunca alcanzara un orgasmo independientemente de la estimulación o la situación. La mayoría de las mujeres pueden alcanzar el orgasmo con la estimulación del clítoris, pero la mitad llegan al mismo de forma regular durante el coito. Cuando una mujer responde a la estimulación, pero no puede alcanzar el orgasmo durante el coito, se requiere una exploración sexológica, se requiere una intervención psicoterapéutica para ver si el motivo es personal o de pareja.
Pueden existir además otro tipo de causas fisiológicas que hay que descartar previamente.
La edad no impedirá en ningún caso que la mujer pueda llegar a tener un orgasmo. La frecuencia de la actividad sexual podrá cambiar, pero no tiene porque afectar a su calidad.
Dolor o imposibilidad en la penetración
La dispauremia es la aparición de dolor durante el coito, bien al principio, bien a lo largo del desarrollo del coito o al final del mismo. El dolor puede implicar sensaciones de ardor, quemadura, o dolor cortante; y su localización puede estar en la parte externa de la vagina, en la parte interna o en la región pélvica y el abdomen.
La frecuencia de la aparición del coito doloroso es muy variada; en algunos casos puede presentarse en todos los intentos de coito; en otros casos sólo en contadas ocasiones, o sólo en determinadas posturas. Aunque a menudo las mujeres lo han sentido en alguna ocasión, la dispareunia o coito doloroso hace referencia a una condición crónica, es decir, el dolor aparece con relativa frecuencia y durante amplios períodos de tiempo.
Es frecuente que, si este problema se mantiene, la mujer progresivamente vaya perdiendo interés en su actividad sexual, facilitándose la aparición de la anorgasmia y del deseo sexual Inhibido.
Aversión al sexo
La aversión persistente o recurrente y la evitación de cualquier contacto sexual genital con la pareja se da ocasionalmente en hombres y con mucha más frecuencia en las mujeres. Los pacientes se quejan de ansiedad, miedo o disgusto en relación con las situaciones sexuales.
Puede deberse a un trauma sexual, como incesto, abusos o violación; o bien ser consecuencia de un ambiente familiar muy represivo, a veces potenciado por una formación religiosa ortodoxa y rígida, o bien haberse iniciado tras unos primeros intentos de coito que produjeron dispareunia. En este último caso, aun después de desaparecer la dispareunia, permanece el recuerdo del dolor. La aversión puede generar una respuesta fóbica (incluso de angustia), en cuyo caso pueden estar presentes también temores irreales menos conscientes de dominación o de daño corporal.
Falta de apetito sexual
El deseo sexual inhibido, también denominado apatía sexual o falta de deseo sexual, hace referencia a aquellas personas que no tienen apetito sexual, que no se sienten atraídas por el sexo y por la posibilidad de llevar a cabo relaciones o conductas sexuales en general.
Este interés anormalmente bajo por el sexo hace que el sujeto no busque la gratificación sexual, aunque se encuentre disponible, y teniendo intacta la capacidad de respuesta sexual para practicar el acto sexual. La apatía no sólo tiene que ver con la carencia subjetiva de interés por realizar el coito; incluye el desinterés por toda conducta sexual, como la masturbación, la falta de pensamientos, ensoñaciones y fantasías sexuales.
Aunque el problema de falta de deseo es mucho más frecuente en las mujeres que en los hombres, se presentan variaciones importantes, desde personas que manifiestan una ausencia de interés por el sexo, pero responden a los estímulos de la pareja y experimentan excitación y orgasmo, hasta las que rechazan las aproximaciones sexuales de su pareja. También las reacciones de la pareja del que sufre de falta de deseo son muy variadas. Algunas parejas interpretan el problema como un cuestionamiento de su capacidad sexual y amatoria, entendiéndolo como un rechazo personal. En otros casos, en especial cuando es la mujer la que experimenta DSI, el hombre puede llegar a considerarlo normal, pues con frecuencia una inadecuada educación le lleva a pensar que la mujer no es capaz de disfrutar con estas relaciones o que "lo que debe hacer es proporcionar placer al hombre". Afortunadamente, cada vez es más importante el número de personas que consideran el DSI como un problema y acuden solicitando ayuda a los profesionales./Sexologia